Myanmar: Día 1 Mandalay

Llegamos a Myanmar desde Tailandia. La combinación para llegar directamente desde España con una sola escala era muy mala de modo que volamos desde Chiang Mai a Mandalay con Bangkok Airways (consulta más sobre la aerolínea en Antes de viajar a Myanmar). Puedes saber más en este enlace sobre cómo hacer Reservas: vuelos.

Pertenece a una serie sobre Myanmar, si no lo has leído aún, te recomiendo Antes de viajar a Myanmar



Las dos grandes misiones en la era moderna al llegar a un país nuevo son: comprar una tarjeta SIM con datos (6.500 kyats cada tarjeta) y cambiar dinero. Esta última opción en este caso era obligada porque la moneda de Myanmar no puede conseguirse fuera del país. Se puede usar la aplicación Grab en este país así que solicitamos uno (14.200 kyats) para movernos hasta nuestro hotel elegido (consulta más sobre este modo de transporte en Antes de viajar a Myanmar).

El Hotel Mandalay luce majestuoso desde su entrada hasta su amplia habitación. Teníamos comida instantánea a nuestra disposición, tetera, chanclas, así como un baño gigante. El hotel cuenta con piscina aunque nosotros no llegamos a utilizarla. La elección se debe a la ubicación, un punto intermedio entre los principales atractivos de Mandalay y Amapura, pues al día siguiente queríamos ir a ver el amanacer. El personal es muy amable. En recepción negociamos un coche con chófer para que nos llevara al día siguiente a hacer la ruta que inicialmente teníamos planeada con Grab.

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Tras dejar las cosas, solicitamos un nuevo Grab para dirigirnos a nuestro destino estrella de la noche (3.800 kyats). Bajamos en el punto que yo tenía señalado en el mapa aunque en realidad hay muchas más entradas. Hay que descalzarse completamente para entrar (no se pueden dejar los calcetines).

Mahamuni Buddha Temple. En el acceso hay unas enormes figuras blancas. Por donde nosotras entramos era una larga galería que tenía en el techo pinturas no en muy buen estado de conservación pero lo suficiente para poder admirarlas. A nuestro alrededor veíamos recoger las tiendas que hasta esa hora llenaban el espacio. En el centro del templo se encuentra la estatua de Mahumuni que es una de las más veneradas del país. Se encuentra en una sala o cámara a la que no se puede acceder, por lo que desde fuera hay unas pantallas donde puede verse a tiempo real la estatua. Cuando llegamos había gente orando. Según leí tiene más de mil años de antigüedad y en la madrugada permiten entrar solo a los hombres para añadir pequeñas piezas de pan de oro. La decoración en esta zona destaca por los cristalitos que llenan arcos y columnas, dando un color muy vivo a las fotos. Hacia el otro lado del que nosotras habíamos entrado había como un patio donde los niños jugaban. Aquí estaba la campana.

Salimos del templo en la misma dirección en la que habíamos entrado. Aproveché para comprar una sombrilla azul que utilizaría después en mis fotografías. Nos desviamos hacia un pequeño estanque pues ofrecía reflejos de un templo cercano. Decidimos acudir ahí por su cercanía. La noche nos había invadido sin embargo no tuvimos en ningún momentos sensación de inseguridad. En el acceso de este nuevo templo había muchas tiendas pequeñas de artesanía en madera. Todos nos saludaban alegremente. Caminamos descalzas alrededor del templo. Pudimos ver un grupo de niños jugando a la pelota.

Desde aquí tomamos un Grab a lo que sería el siguiente destino (4.000 kyats). Como era muy noche no se apreciaba nada, así que sin bajarnos del Grab le dijimos que nos llevara a un restaurante que tenía anotado para cenar (4.000 kyats).

Sha Ma Ma Restautante. Pedimos carne de ternera que tenía un ligero picante, cerdo y nos sirvieron extra arroz y sopa (18.000 kyats dos personas). La cena no fue nada cara y nos dimos un gran festín. Casi no pudimos completarlo todo. Lo recomiendo 100%. Cenamos en la terraza con un clima muy agradable.

Cuando acabamos de cenar vimos muchos tuk tuk. Así que en lugar de volver a pedir un Grab, negociamos con el tuk tuk (8.000 kyats) que nos llevara al hotel. El paseo fue muy agradable aunque la sensación de inseguridad (no hay obviamente cinturón de seguridad ni casi de dónde sujetarte) no desapareció en todo el trayecto. Aún así fue muy divertido.

El día siguiente se presentaba ajetreado. Nos relajamos con un baño y un sueño reparador.

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